Cuento para la época de ADVIENTO




Érase una vez una mamá que tenía a su bebé sin ropita, así que fue a pedir ayuda al cielo para que su bebé no pasara frío.

-       Estrellas, estrellas, ¿me podéis ayudar para proteger del frío a mi bebé?
Y así las estrellas le dieron hilo de cristal para su bebé.

Después se fue hacia la Luna.
-       Luna, Luna, ¿me puedes ayudar para proteger del frío a mi bebé?.
Y así la Luna le dio hilo de plata para su bebé.

Después se fue hacia el Sol.
-       Sol, Sol, ¿me puedes ayudar para proteger del frío a mi bebé?
Y así el Sol le dio hilo de oro para su bebé.

Con estos preciosos hilos la mamá empezó a tejer y a tejer. Tejía y tejía pero no podía terminar la ropita para su bebé.

Entonces se le ocurrió ir a pedir ayuda a las rocas, los minerales.

-       Minerales, rocas, ustedes que sois sólidos y fuertes ¿me podéis ayudar a terminar de tejer la ropita para mi bebé?
-       No, no podemos ayudarte a terminar de tejer la ropita para tu bebé. En lo que te podemos ayudar es en poner piedrecitas en el camino que te indiquen el regreso a vuestro hogar.
Y así ayudaron los minerales a la mamá (encendemos la vela azul).

Siguió caminando y fue a pedir ayuda a las plantas.

-       Plantas, plantas, ustedes que tenéis tanta vida ¿me podéis ayudar a terminar de tejer la ropita para mi bebé?
-       No, no podemos ayudarte a terminar de tejer la ropita para tu bebé. En lo que te podemos ayudar es en decorar con flores de Navidad vuestro hogar.
Y así ayudaron las plantas a la mamá (encendemos la vela verde).

Siguió caminando y fue a pedir ayuda a los animales.

-       Animales, animales, ustedes que sois tan valientes y leales, ¿me podéis ayudar a terminar de tejer la ropita para mi bebé?
-       No, no podemos ayudarte a terminar de tejer la ropita para tu bebé. En lo que te podemos ayudar es en dejar que el burro os lleve hasta vuestro hogar.
Y así ayudaron los animales a la mamá (encendemos la vela amarilla).

Tacatá, tacatá, tacatá, llegaron el bebé y su mamá montados en burro a su hogar donde les esperaba su papá.

Lo que pasaba es que el bebé aún no tenía ropita y su mamá estaba preocupada porque hacía frío.
Entonces llamó a un ángel para preguntarle:

-       Ángel, Ángel, ¿por qué no he podido encontrar ayuda para terminar de tejer las ropita de mi bebé?

Y el Ángel le contestó:

-       No has podido encontrarla porque necesitas que los niños y las niñas de la Tierra te manden amor desde sus corazones.

Aquí queda un espacio abierto a la creatividad del grupo. Si les resulta muy abstracta la idea podemos hacer uso de las velas para observar que ellas nos dan calor y que el bebé tiene frío.
Entonces podemos hacer algo para generar calorcita, por ejemplo, frotamos las manos y nos la pasamos por el cuerpo. También sirve darnos un abracito.
A otros niños/as les sale mandar un beso. Lo que sea, todo estará bien.

Ahí el bebé cambia, ya aparece con su ropita y se enciende la vela roja que corresponde a las personas.


Para terminar cantamos una nana de navidad para el bebé.


A la nana, nanita nana,
 nanita nana, nanita ea
Mi niño tiene sueño,
Bendito sea, bendito sea.


Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Para ir apagando las velas aprovechamos para dar las gracias a los minerales, y nombramos los que conocemos, y así con las plantas, los animales y las personas.

Esta tarea de evocar categorías puede ser complicada, aquí al menos, cobra mucho significado. Suelen nombrar lo que tienen delante. Poco a poco van asociando que aquello que no está y nombramos forma parte de la misma categoría.

El cuento real lo encontré aquí (es un enlace a la Escuela Internacional Waldorf Girasol)
Lo he adaptado al ritmo del alumnado al que se lo cuento. Y no hablo de personajes religiosos sino que me baso en la tríada básica: mamá, papá y niño/a.

También he dado por hecho que el bebé ya ha nacido porque es más concreto para mi alumnado verlo que imaginar que va a nacer. En ese sentido ya no sería un cuento de Adviento porque el bebé ya está en este mundo.

Siempre que hacemos cuentos como este que es más bien un teatrillo de mesa, me sorprendo con lo que a ellos les sorprende. En este caso se quedan boquiabiertos cuando ven que sólo enciendo la vela azul y que las demás se van encendiendo con la anterior. Algo tan sencillo es para ellos el mayor gesto de colaboración que podríamos imaginar.
Y ahí está la magia del cuento que siempre va más allá de lo que en un principio podemos pensar.







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